Implementación de un novedoso sistema de construcción y fabricación, con implicancias solidarias, mediante un ladrillo especial que ha sido patentado como “Block T”.
Cuando el Volcán Puyehue entró en erupción nadie imaginó que las cenizas que despedía podían convertirse en material de construcción. Un equipo de investigadores diseñó un ladrillo especial que permite construir estructuras resistentes y eficientes; en tanto que otro grupo realiza ensayos para sustituir el cemento por ceniza volcánica fina, en la mezcla de construcción. Los científicos evalúan la aplicación de estos materiales en la construcción de viviendas.
El Programa de Emergencia Volcánica (PROEVO), que es coordinado por la Universidad Nacional de Río Negro, investiga dos posibles usos de la ceniza volcánica e impulsa a otros 23 proyectos relacionados con los impactos de las cenizas, arrojando resultados positivos.
Primer proyecto: Bloques de ceniza volcánica
Los arquitectos Marianela Romero Hamsa y Alvaro del Villar trabajan en el proyecto denominado “Bloque de ceniza volcánica” en el cual, como su nombre lo indica, implementaron un novedoso sistema de construcción y fabricación, con implicancias solidarias, mediante un ladrillo especial que ha sido patentado como “Block T”.
Es importante aclarar que los creadores y fabricantes de dicho bloque son Gustavo Sorich y Cesar Gigena, con quienes los arquitectos han trabajado conjuntamente, ya que desde Bariloche se enviaron muestras de 500 kilos de ceniza volcánica a la fábrica ubicada en Salta, en la que se fabricaron los primeros ladrillos volcánicos. La empresa salteña cuenta con las maquinarias necesarias para la fabricación de estos bloques, tarea que les demando más de 12 años de trabajo. En 1999 Sorich tuvo la idea y con su equipo trabajó en el desarrollo de las máquinas que se necesitan para fabricar los ladrillos. “Fue todo a pulmón. Hoy somos siete las personas, entre las que hay un ingeniero químico de la UNS e investigador del Conicet”, agregó.
El invento tiene sello salteño y mereció el premio Innovar en 2008. Hace un par de años fue expuesto en la feria Baricotec en Río Negro, donde Gustavo Sorich presentó el producto elaborado con cenizas del volcán de Socompa.
Romero, especialista en arquitectura sustentable, relata que con estos bloques armados con ceniza volcánica se puede construir una estructura resistente. El bloque es fabricado con maquinaria y secado al natural, brinda un fácil montaje y rapidez en mano la obra.
“Estos bloques están pensados para personas en situación de emergencia habitacional, es decir, personas que podrían tener su casa, solamente nosotros llevándoles el bloque y dejándoselos a disposición”, expone la investigadora. No se necesitaría contratar mano de obra ya que tienen un diseño especial: un sistema de encastre vertical y horizontal, que permite su fácil unión, con espacios para cañerías y cables de luz. Fueron pensados, además, para refugiar de los intensos vientos patagónicos a quienes habiten una vivienda construida con ellos, mediante la incorporación de materiales aislantes y un sistema de aislamiento térmico.
Los bloques tienen un formato de 30 cm de largo, 20 cm de ancho y 15 cm de alto. Durante la investigación se fabricaron un total de 64 muestras, con ceniza, perlita y otras con cemento y cal que se enviaron al Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI) de Buenos Aires y, recientemente, han tenido un resultado positivo a los ensayos de resistencia. “Podríamos hacer una casa completa de 45 metros cuadrados por día ya que la maquinaria trabaja con una matriz de forma y a gran velocidad, fabricando bloques hipercomprimidos”, asevera Romero.
“Nosotros ya podríamos comenzar a hacer una primera construcción en Bariloche con este sistema de ladrillos de ceniza volcánica, pero nuestro problema es que no poseemos una máquina propia en la zona, y mandar la ceniza para producir bloques en otra ciudad sería una tarea costosa y ardua”, indica.
Por ahora, el resultado preliminar de este proyecto indica que estos bloques serían de gran utilidad en la construcción. Un desarrollo tecnológico natural que nació de la mano de la erupción del volcán.
Experiencias en otros países
Desde tiempos remotos, tanto los romanos como los griegos mezclaban cal con cenizas volcánicas o con tejas de arcillas quemadas, obteniendo un material de condiciones muy superiores a los de la cal común. La sílice activa y la alúmina que se encuentran en las cenizas y en las tejas con la cal para producir lo que es conocido como cemento puzolánico, proveniente del nombre de Puzzuoli -ciudad que queda en el Golfo de Nápoles, Italia, cerca del Vesubio-. En este sitio los romanos extraían el material volcánico que mezclaban con la cal, utilizando este cemento para construir el Coliseo de Roma y el Pont du Gard.
En el año 1993, Javier Quiñones, del Centro de Investigaciones de Ingería de la Universidad de San Carlos en Guatemala, y funcionarios ugandeses unieron sus esfuerzos con ingenieros de materiales de la Universidad de Calgary y de la Universidad de Toronto para construir casas económicas utilizando ceniza volcánica en vez de cemento Portland. El cemento Pozzolan, hecho de ceniza volcánica, está demostrando ser una respuesta al problema. El uso de Pozzolan en proyectos de construcción no es una nueva idea ya que durante décadas los campesinos en América Latina han utilizado la ceniza volante para construir cercas. Estudios americanos anteriores sobre el uso del cemento pozzolan muestran que los cementos hechos con este material mejoran la resistencia frente al agua.
Pozzolan fue utilizado para construir los puentes de San Francisco y del Golden Gate. En todos estos proyectos, grandes cantidades de Pozzolan se descubrieron cerca de los sitios de construccion. Los costos de transporte y de materiales se redujeron considerablemente utilizando los depósitos locales de Pozzolan.
Segundo proyecto: Ceniza volcánica en reemplazo de cemento
El doctor en Química Julio Goldenberg, trabaja en el proyecto “Estudio de factibilidad de la utilización de cenizas volcánicas del complejo volcánico Puyehue - Cordón Caulle, como material de construcción” en la Universidad Nacional del Comahue. En su laboratorio, junto a un equipo de trabajo conformado por especialistas del Centro Atómico Bariloche, Defensa Civil, Universidad Nacional del Comahue, Conicet y la Universidad Nacional de Río Negro, realiza ensayos en los que se busca sustituir el cemento, en forma parcial, por ceniza volcánica fina, en mezclas de uso en construcción. “Para realizar esta investigación contamos con el apoyo del Centro Atómico Bariloche, donde llevamos muestras o probetas y luego hacemos diversos ensayos para medir características relacionadas con las propiedades de aptitud en la construcción”, indica Goldenberg.
La ceniza volcánica usada en este proyecto fue traída de la localidad rionegrina de Ingeniero Jacobacci, ceniza súper fina, que es la que más se asemeja al cemento en cuanto al tamaño de partículas. Esa ceniza, combinada con agua, cemento, arena y cal, serviría para crear mezclas de unión de ladrillos o preparaciones de hormigón. “Lo usamos como reemplazo parcial de cemento ya que éste, cuando se le agrega agua reacciona químicamente y la ceniza volcánica muestra que tiene posibilidades de participar en la mayoría de esas reacciones químicas. Esta ceniza podría usarse, por ejemplo, en la construcción de viviendas”, dice Goldenberg.
El director del proyecto relata que en el Centro Atómico tienen un equipo especial que les permite medir la resistencia, rompiendo las probetas. “Hasta el momento, podemos observar que hay mezclas que tienen un 60% de la resistencia del mortero de cemento”, explica.
Este grupo de investigadores, que comenzó a trabajar en septiembre de 2011, ya elaboró más de 70 probetas cúbicas y cilíndricas preparadas con mezclas de 20%, 40% y 60% de ceniza sustituyendo el cemento. Los primeros resultados exploratorios -en los que se miden la corrosión, la resistencia a la compresión y la porosidad- indicaron que, en principio, la ceniza volcánica funcionaría muy bien como mezcla de unión de ladrillos en las condiciones de ambiente normal de la Patagonia Norte.
El cordón volcánico chileno Caulle-Puyehue erupcionó el 4 de junio de 2011. Los vientos diseminaron millones de toneladas de cenizas hacia el este, que cubrieron varias localidades y extensas superficies agrícolas en territorio argentino. Hoy, a más de un año de esta erupción, esta nueva propuesta de material constructivo genera una reutilización de los desechos caídos del cielo.